Se, sin lugar a dudas, que las personas somos jodidamente egoístas, tan solo una cosa merece la pena, y es la convicción de que lo más importante somos nosotros. Lo señaló en 1776 Adam Smith en la obra madre del capitalismo, y ya por entonces no se equivocó para nada. Nuestra meta: nosotros mismos. Quien no se ama, solo se ha salido de forma temporal del camino, pero solo se ha salido al arcén, al fin y al cabo el instinto de auto conservación nos permite separarnos lo suficiente como para tampoco perder el rumbo, no se puede de hecho perder el rumbo, solo desviarse, porque la vida, por suerte o por desgracia sigue. El que se ama a sí mismo y lo pone visual y verbalmente de manifiesto, lo llaman elitista, hedonista…ista,ista… Y las persones que se aman, lo saben y no lo manifiestan de un modo “insultante”, son la normalidad de la sociedad.
Puede doler, pero no somos más que instrumentos, simples marionetas de nuestro egoísmo, somos los protagonistas principales del teatro de títeres de nuestras vidas: nuestra historia es el guión, “el camino”, y los demás son tan solo actores secundarios, marionetas del teatrillo con un manejo quizá más complejo, por lo que a veces en la obra se producen contratiempos, pero no os preocupéis, “ el espectáculo debe continuar”, o por lo menos…
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